sábado, 26 de mayo de 2012

Días de inspiración.


Antes de empezar este post, debo decir que justo hoy necesitaba concentrarme en algo que mantuviera mi cabeza ocupada, así que me pareció bastante adecuado escribirlo.
En días como hoy, normalmente hubiera estado muy enojado con la vida y preguntándome ‘¿por qué a mi?’ y esas cosas tan dramáticas que me encanta hacer todo los días sin falta alguna. Pero no, hoy mi proceso fue muy diferente: resulta que pensar una cosa lleva a otra, y a otra, y a otra... y así sucesivamente (yo sé, no es precisamente el descubrimiento que la humanidad esperaba).
En una de esas idas y vueltas de mi mente, llegué a leer dos de mis blogs favoritos sobre finanzas, mismos que tenía abandonados desde hace mucho tiempo (sí... un creativo publicitario / marketero / diseñador / soñador / distraído / lo que se acumule en el día leyendo sobre finanzas... eso sí suena sorprendente) y me puse a pensar que justo el tipo de historias que cuentan son las que me sirven de inspiración día a día.
Últimamente he leído / escuchado miles de personas que van por la vida diciendo ‘uy, me encanta Mad Men, yo nací para ser como ellos’ (bueno, no es que lo digan literal, pero es la idea) y yo sólo puedo pensar en una cosa: la flojera infinita que me da la pose de mexican-mad-men. Y es que resulta que todos los que viven en el (y de el) mundo del marketing y la publicidad nacieron (o nacimos, pues) para ser las grandes estrellas que el mundo publicitario necesitaba, y que las ideas que se generan en esas cabezas son dignas pruebas de merecer miles (si no es que millones) de premios y menciones. Y es que resulta que yo no me siento parte de eso.
¿A qué voy? A que, por más que me guste la serie, no es el reconocimiento del público y el glamour de la publicidad lo que me da ganas de seguir haciendo esto; ni reconozco mi inspiración en negocios turbios y luchas de poder para obtener lo que quieres sin importar qué. A mi lo que me inspira es lo que me pasa todos los días, lo que veo en la calle, lo que encuentro en las personas que conozco; a mí me da ganas de levantarme el pensar que una idea le sacó una sonrisa a alguien del equipo con el que trabajo, que alguien se siente orgulloso de aportar lo que cree y lo que piensa, que alguien más se reconozca mejor cada día y que pueda ver lo mucho que su trabajo hace crecer la empresa. Eso me inspira por que sé que verlo, significa que de alguna forma estoy logrando hacer algo por el mundo.
Se cree que quienes hacen publicidad y marketing vemos al mundo como un lugar frío y lleno de personas con signos de pesos en sus cabezas, a los que disparamos a diario millones de veces para ver si logramos quedarnos con un poco de su dinero. A veces siento que la gente del mundo de la publicidad espera que en todo veas números, métricas, roi, menciones en redes, ideas virales. Y sí, a mi me encanta cuando las campañas logran esos objetivos, pero no me gusta pensar que a diario hago mi trabajo sólo por eso. Prefiero sentir que lo hago porque me interesan las marcas y lo que tienen que decir; por que yo tengo algo que decir y una marca es la mejor plataforma para hacerlo.
Por eso (en el fondo) me encanta escribir cosas como ‘Piensa positivo’, ‘Está en cada uno de tus días’, ‘Disfruta tu salud, todos los días’, ‘Sorpréndete con ____(no les puedo decir el nombre de la marca aún)’, y ese tipo de cosas ñoñas. Por eso me encanta hacerle creer a la gente que les doy mis ideas para vender más; cuando la realidad es que mis ideas son para que esos que salen y compran el producto o ven la publicación o interactúan de cualquier forma con la marca se regalen una sonrisa o un buen momento.
¿Qué tiene que ver eso con los blogs que me encantan? Simple: Sofía (de Pequeño Cerdo Capitalista http://pequenocerdocapitalista.blogspot.mx/) y So (de Blog y Lana http://www.blogylana.com) me inspiran por haberse atrevido a ser diferentes a su manera; por haber aprendido ellas solas el camino a recorrer; por que, con ese aprendizaje, hoy ayudan a que muchos de nosotros seamos más felices. Y yo, yo quiero que mi trabajo haga felices a las personas.
Un día lo voy a lograr.

jueves, 29 de marzo de 2012

Se cae el cielo.

Uno de esos días en que se cae el cielo con la lluvia.
Uno de esos días en que también siento que se me cae el mundo en miles de pedazos muy, muy chiquitos. Uno de esos días...


Pero no importa, caído o no, el mundo sigue girando.

sábado, 31 de diciembre de 2011

11 del 2011.

Como cada año, ya han pasado 365 días, cada uno diferente, cada uno único y con sus cosas especiales. Los años cambian, la gente también; para mí estos han sido doce meses de muchos cambios y, como cada año en un ejercicio de ociosidad, aquí un pequeño recuento (que este año decidí sólo limitar a 11 grandes momentos).


  1. Llegué más lejos de lo que pensé. Y lo hice en más de un sentido: este fue el año que logré tener mi visa y darme unas merecidas vacaciones que, dicho sea de paso, terminaron con cualquier esbozo de ahorro en mi cartera. Pero lo bailado, viajado y comprado nadie me lo quita. Por otra parte, en lo profesional empecé a crear algo tan grande para mi que aún no me lo creo. Por fin descubrí (o descubrieron en mí) que tengo capacidades que no sabía que existían.
  2. Conocí a gente increíble. Comencé el año en un trabajo donde dejé muchos amigos y conocidos, con quienes a lo largo de los meses seguí en contacto. En mi nuevo trabajo también encontré gente que ha hecho especial los días, con quienes he compartido cientos de cosas y momentos que no creo olvidar nunca. Pero más importante aún: hice nuevos amigos, y de los buenos.
  3. Aprendí que mis amigos de siempre, están ahí. Cuanto me sentí mal, triste, desmotivado, estuvieron ahí. Ya, así de simple, así de importante.
  4. Conocí gente que no valía la pena. Sí, este año lo arruiné, muchas veces y a lo grande. Salí con más de un par de tipos que definitivamente no valían la pena. Perdí el tiempo pensando en ellos. Tal vez hasta me empecé a clavar un poco. Pero al final, aprendí. A la mala y cayendo varias veces, pero aprendí.
  5. Tomé decisiones importantes. Dejé un trabajo que me ofrecía total seguridad siempre y cuando sólo me dedicara a estar ahí y no hacer nada. Me aventuré a irme sin tener nada seguro. Llegué al lugar más increíble en el que he estado. Decidí empezar a hacer y no sólo esperar. Y las cosas tomaron su rumbo. Definitivamente, no me puedo quejar.
  6. Tomé tiempo para mí. Tuve mucho tiempo para pensar sobre mi. Me encontré, me perdí, me volví a encontrar. Salí de vacaciones con mi mejor amiga, y no sé que hubiera pasado si no me hubiera dado esa pausa de mi vida. Aprendí muchas cosas nuevas y decidí olvidar otras tantas. Reí, grité, lloré. Entendí que mi vida empieza en mi.
  7. Compré cosas bonitas. Tal vez el punto más banal de mi lista, pero algo muy importante para mi. No me quedé con las ganas de nada (salvo de tener un auto, pero algún día será), hice un viaje sólo para comprar cosas. Pero lo más importante: pude compartir mi fortuna con la gente que quiero, no importa si fue con un pequeño detalle o con algo un poquito más grande. Recordé lo bien que se siente tener algo que compartir con los demás.
  8. Dejé de pelear. Conmigo, con la vida, con el mundo, con los demás. Decidí que no iba a estar perdiendo el tiempo en discusiones inútiles y que no iban a llevar a nada. Pero quizá me excedí un poco: necesito volver a pelear por las cosas que realmente importan.
  9. Fui a conciertos. Quizá la parte más divertido de mi año. No me perdí casi ninguno de los que quería ver: Britney (y fui solo, me sentí orgulloso de no necesitar a nadie), Lady Gaga, María José (dos veces... y las dos con Abril), Katy Perry y, el mejor de todos: Kylie Minogue. Nunca había gastado tanto en conciertos, y nunca, nunca, me había divertido tanto.
  10. Me puse la peda de mi vida. Oh, sí. Sin comentarios.
  11. Aproveché las oportunidades. Este fue el año en que, inconscientemente, decidí dejar de auto-arruinarme la vida. Hubieron muchas posibilidades y aproveché todas las que me interesaron. ¿Salir con un tipo muy inteligente? Sí. ¿Irme de vacaciones? Sí. ¿Jueves de mojtos? Sí. ¿Café del Starbucks cada dos días? Sí. ¿Salir con un (casi) desconocido? Sí. ¿Ponerme borracho en dos minutos? Sí. ¿Comprarme un iPad? Sí. ¿Cantar en karaoke? Sí. ¿Chamoyadas del Cielito Querido? Sí. ¿Cambiarme de trabajo? Sí. ¿Cambiarme de puesto? Sí. ¿Seguir creciendo? Sí. En resumen, no dije que no a todo lo que quise hacer.


Y pues eso, quizá hay muchas cosas que he olvidado o pasado por alto. Hay otras que decidí guardarme para mi. Y encuentro que hay una tendencia a que todo lo importante del año sucedió al rededor del trabajo, pero sé que no es coincidencia. El 2011 me dejó miles de cosas buenas, malas y regulares; pero lo más importante es que me deja con muchas más ganas de saber que vendrá el próximo año.


Adiós 2011, me hiciste muy, muy, muy feliz.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Que difícil hacer algo que todo el mundo cree que es fácil.

Me da la impresión de que cada vez que uno dice ‘soy creativo’ la gente cree que uno se dedica a dos cosas: hacer nada y fumar mota. Ser creativo de agencia es uno de esos trabajos para los que todos hemos pensado ‘seguro yo podría hacerlo mejor’ o, en el peor de los casos, ‘es muy fácil y cualquiera puede hacerlo’, pero que es hasta que lo haces cuando te das cuenta de que en efecto todo el mundo puede ser creativo, pero no es tan fácil como parece.


Mi pelea con el concepto de ‘creativo publicitario’ viene desde muy atrás. Durante mucho tiempo me pareció un título que la gente ocupaba para sentirse importante y poder decir ‘mírame, tengo un mejor trabajo que el tuyo’. Después entendí que el glamour que encierra el concepto de trabajar con las ideas no podría ser más alejado de la realidad. Yo era de esos que piensan ‘que fácil es ser creativo’.


Porque a final de cuentas creo que la creatividad como concepto está sobrevalorada: ser creativo es crear; y hasta donde yo sé, todos somos capaces de crear algo, bueno o malo, útil o inservible, pero todos somos creativos.


Tal vez la parte que resulta difícil de entender, es que uno no puede andar por la vida creativando y fumando mota a la vez todo el tiempo. Ser creativo no es decir ‘voy a poner dos elefantes rosas en el sitio del cliente para que la gente se impacte’; creo que el verdadero reto de ser creativo es encaminar todas las ideas para que resulten en algo útil y funcional, pero que al mismo tiempo puedas recordarlo y cree una emoción en quien lo ve.


Para mí, ser creativo es más que tenis y mezclilla, no tiene que ver con la cantidad de tatuajes y perforaciones que tienes, ni siquiera con la música que escuchas y las películas que ves. Creo que ser creativo tiene un lado de vocación y de profesión que a veces nadie se detiene a pensar. Y creo que, definitivamente, ser creativo es menos glamouroso de lo que se cree. Pero también más divertido de lo que nos dicen.


Afortunadamente hoy puedo decir que voy por buen camino para dejar mi autopensado título de trainee de creativo atrás y pasar a ser un creativo que aprende. Pero después de todo ¿yo qué voy a saber? si hace apenas tres meses yo no tenía idea de que esto es lo que quiero hacer para toda la vida.

martes, 16 de agosto de 2011

First time ever.

Hoy escribí lo que bien podría ser algo así como mi primer campaña profesional como creativo. No es un gran pitch, y de hecho estoy casi seguro que nadie nos lo pidió, sin embargo para mi es una cosa por demás importante.

No fue tan fácil como pensé. Para empezar, un cliente del que yo no sabía nada. De esos que a primera vista parecen tan aburridos y que te dan la sensación de que va a ser un dolor de nueces. Después, mi primera vez solo haciendo la parte creativa de la propuesta... sin saber por donde empezar. La cosa no lucia muy esperanzadora, la verdad.

Y no sé como, pero lo logré. Lo hice y aprendí que tengo la capacidad de seguir aprendiendo y de crear cosas que, pueden no ser el hilo negro, pero que funcionan bastante bien.

A fin de cuentas voy empezando, y creo que con el pie derecho. ¿Quién dijo que las farmacias eran aburridas?.

sábado, 9 de abril de 2011

Aquí no hay nada de clavos.

Hay veces en la vida en las que sientes que es momento de moverte, de cruzar el camino, de crecer; de madurar. Pocas veces se tiene esa sensación en la vida, pero cuando la tienes sabes que es real por que no te abandona, por que está ahí siempre haciéndote que la recuerdes, por que siempre sabes cuando la estás ignorando.


La realidad es que el post anterior sobre clavos debió de haber sido este post, pero me tomé la libertad de escribir amenamente como otras tantas veces anteriores.


Las relaciones humanas siempre son complicadas, pues cada uno de nosotros tiene una historia y una carga emocional que puede o no ser difícil de soltar y de dejar ir. Normalmente evaluamos nuestro comportamiento emocional respecto a las respuestas que recibimos del comportamiento de los demás; y cuando digo ‘normalmente’ quiero decir ‘yo lo hago siempre’ (perdón, mi costumbre ‘humorística’ región 4).


Mis relaciones con otras personas siempre terminan siendo complicadas, y claro, me encanta echarles la culpa. Bueno, tampoco es que sean unos santos, pero en honor a la verdad yo tampoco lo soy, y a veces suelo ser lo suficientemente manchado como para merecerme los ‘unfollows’ de sus vidas.


Después de pensarlo mucho tiempo, me hago a la idea de que todo el problema es por relaciones no resueltas conmigo mismo. Y es que no hay una relación más complicada que la intrapersonal, no es nada fácil pasar 24 horas con la misma persona y saber que siente y que piensa... y no entenderlo.


Sí, en esencia sigo siendo un adolescente medio perdido en el universo, pero es aquí conde vuelo al inicio de este post: hay sensaciones que no puedes dejar de lado por más que las ignores. Sabes que están ahí esperando a que las veas y resuelvas las situaciones que las desataron.


Así que el trato es el siguiente: yo resuelvo mis issues personales, me dejo de mamadas de clavos y esas cosas y me concentro en lo que realmente es importante.


Aunque claro ¿qué es realmente importante? Pues la familia, los amigos, estar felices... y para mí, todos esos proyectos que tengo en mente: estudiar, el trabajo, destacar, fotos, ideas, escritos, sonreír.


¿Para ustedes qué es lo importante?



P.D.: De verdad no quería que este post fuera otro de esos que terminan hablando sobre mí y mis broncas mentales, pero bueno, ya se los compensaré. Sonrían.


De clavos que ¿sacan? clavos.

Originalmente este post era uno de esos de ‘superación personal’ en los que me quejo sobre mi situación y hablo sobre lo patético que es ser yo en cuanto a relaciones amorosas. Pero no, hoy no.


Resulta que hemos aprendido que todas las cosas tienen (al menos) dos caras. Así que o puedo quejarme amargamente o puedo ponerme jocoso al respecto. Tomo la opción dos, por favor.


Acto uno: de mi ataque de pánico camino al trabajo.


Un día cualquiera, un lugar cualquiera y yo, un tipo cualquiera. El pasado no es fácil de llevar, menos cuando va contigo a todas partes y te molesta abruptamente; como cuando te encuentras a un clavo pasado acompañado de... sí, otro clavo pasado. Al parecer los clavos también pueden conocerse entre ellos.


Lovely. Lo bueno: sabemos que el clavo uno besa muy bien. Lo malo: estaba besando al clavo dos. Lo regular: ya sabíamos que ninguno de los clavos iba a durar mucho. La cosa es que sí es medio gacho ver que de uno ni se acuerdan (duele el ego, la neta) y de que buenas a primeras uno ya no es ni tan interesante ni tan guapo, pero lo peor es que realmente quieras que te trague la tierra.


Lección que debería aprender: no puedo vivir mi vida respecto a lo que otros ven en mi.


Acto dos: de porqué no debes chismear en las redes sociales.


La ventaja del internet es que puedes llevarlo a todas partes, y las redes sociales siempre están ahí disponibles: un mundo de información a sólo un click de distancia. ¿La ventaja, dije? Ok, podríamos verlo también como una desventaja... tener la posibilidad de ver que hace o deja de hacer un corto clavo calvo (ja! chiste local) no está bien, después de todo ¿yo que diablos tengo que estar averiguando si el clavo número tres tiene o no tiene clavo que le acompañe?


Mágico defecto en mi persona: me gusta el chisme. Lo bueno: me mantengo al corriente de la última información en diversos campos del conocimiento (chismes del espectáculo mas que nada) Lo malo: poseer información me mete en cada aprieto que no vean. Lo regular: te da harto material para escribir post increíbles como este (ok, tal vez no).


Lección que debería aprender: no más clavos en un buen rato, en serio, nada de clavos. Nadita.


Acto tres: de porqué no debes idealizar a los clavos.


Todos lo sabemos: nadie es perfecto. Pero claro, a todos nos gusta pensar que la perfección existe. Y nada, te despiertas un día, haces tu rutina, y de la nada llega un clavo con nuevo corte de cabello que te hace voltear. Nunca hubieras imaginado que el clavo tuviera algo interesante, que te pudiera llamar la atención y/o que siquiera reconociera tu existencia. Entonces recurres a al vieja táctica de vaciar sobre ese clavo los ideales que tienes de perfección sobre las relaciones, pero sabes que eso está mal, muy mal... aún así lo haces.


Me gusta idealizar clavos. Lo bueno: me permito soñar y desear cosas difíciles. Lo malo: seamos realistas, el clavo ni sabe que existes. Lo regular: aprendes sobre clavos.


Lección que debería aprender: igual que lo anterior, no más clavos para mí en un buen rato.



En resumen:


La cosa es que no puedes sacar un clavo que ni sabes si todavía existe, ni entiendes como es que pudo haber llegado en un principio ahí y no puedes estarte llenado de clavos la vida, por que a final de cuentas siempre te terminas pinchando con alguno (ay goei, que profundo sonó eso).


Un poco más y empiezo a sentirme el Carrie Bradshaw de mi generación... si, claro, al paso que voy lo más lejos que voy a llegar es la Eres.


P.D.: disculpen el humor de dos pesos que les manejo en este post, ojalá gusten volver en un futuro. Les prometo que hay un post serio después de este.