sábado, 31 de diciembre de 2011

11 del 2011.

Como cada año, ya han pasado 365 días, cada uno diferente, cada uno único y con sus cosas especiales. Los años cambian, la gente también; para mí estos han sido doce meses de muchos cambios y, como cada año en un ejercicio de ociosidad, aquí un pequeño recuento (que este año decidí sólo limitar a 11 grandes momentos).


  1. Llegué más lejos de lo que pensé. Y lo hice en más de un sentido: este fue el año que logré tener mi visa y darme unas merecidas vacaciones que, dicho sea de paso, terminaron con cualquier esbozo de ahorro en mi cartera. Pero lo bailado, viajado y comprado nadie me lo quita. Por otra parte, en lo profesional empecé a crear algo tan grande para mi que aún no me lo creo. Por fin descubrí (o descubrieron en mí) que tengo capacidades que no sabía que existían.
  2. Conocí a gente increíble. Comencé el año en un trabajo donde dejé muchos amigos y conocidos, con quienes a lo largo de los meses seguí en contacto. En mi nuevo trabajo también encontré gente que ha hecho especial los días, con quienes he compartido cientos de cosas y momentos que no creo olvidar nunca. Pero más importante aún: hice nuevos amigos, y de los buenos.
  3. Aprendí que mis amigos de siempre, están ahí. Cuanto me sentí mal, triste, desmotivado, estuvieron ahí. Ya, así de simple, así de importante.
  4. Conocí gente que no valía la pena. Sí, este año lo arruiné, muchas veces y a lo grande. Salí con más de un par de tipos que definitivamente no valían la pena. Perdí el tiempo pensando en ellos. Tal vez hasta me empecé a clavar un poco. Pero al final, aprendí. A la mala y cayendo varias veces, pero aprendí.
  5. Tomé decisiones importantes. Dejé un trabajo que me ofrecía total seguridad siempre y cuando sólo me dedicara a estar ahí y no hacer nada. Me aventuré a irme sin tener nada seguro. Llegué al lugar más increíble en el que he estado. Decidí empezar a hacer y no sólo esperar. Y las cosas tomaron su rumbo. Definitivamente, no me puedo quejar.
  6. Tomé tiempo para mí. Tuve mucho tiempo para pensar sobre mi. Me encontré, me perdí, me volví a encontrar. Salí de vacaciones con mi mejor amiga, y no sé que hubiera pasado si no me hubiera dado esa pausa de mi vida. Aprendí muchas cosas nuevas y decidí olvidar otras tantas. Reí, grité, lloré. Entendí que mi vida empieza en mi.
  7. Compré cosas bonitas. Tal vez el punto más banal de mi lista, pero algo muy importante para mi. No me quedé con las ganas de nada (salvo de tener un auto, pero algún día será), hice un viaje sólo para comprar cosas. Pero lo más importante: pude compartir mi fortuna con la gente que quiero, no importa si fue con un pequeño detalle o con algo un poquito más grande. Recordé lo bien que se siente tener algo que compartir con los demás.
  8. Dejé de pelear. Conmigo, con la vida, con el mundo, con los demás. Decidí que no iba a estar perdiendo el tiempo en discusiones inútiles y que no iban a llevar a nada. Pero quizá me excedí un poco: necesito volver a pelear por las cosas que realmente importan.
  9. Fui a conciertos. Quizá la parte más divertido de mi año. No me perdí casi ninguno de los que quería ver: Britney (y fui solo, me sentí orgulloso de no necesitar a nadie), Lady Gaga, María José (dos veces... y las dos con Abril), Katy Perry y, el mejor de todos: Kylie Minogue. Nunca había gastado tanto en conciertos, y nunca, nunca, me había divertido tanto.
  10. Me puse la peda de mi vida. Oh, sí. Sin comentarios.
  11. Aproveché las oportunidades. Este fue el año en que, inconscientemente, decidí dejar de auto-arruinarme la vida. Hubieron muchas posibilidades y aproveché todas las que me interesaron. ¿Salir con un tipo muy inteligente? Sí. ¿Irme de vacaciones? Sí. ¿Jueves de mojtos? Sí. ¿Café del Starbucks cada dos días? Sí. ¿Salir con un (casi) desconocido? Sí. ¿Ponerme borracho en dos minutos? Sí. ¿Comprarme un iPad? Sí. ¿Cantar en karaoke? Sí. ¿Chamoyadas del Cielito Querido? Sí. ¿Cambiarme de trabajo? Sí. ¿Cambiarme de puesto? Sí. ¿Seguir creciendo? Sí. En resumen, no dije que no a todo lo que quise hacer.


Y pues eso, quizá hay muchas cosas que he olvidado o pasado por alto. Hay otras que decidí guardarme para mi. Y encuentro que hay una tendencia a que todo lo importante del año sucedió al rededor del trabajo, pero sé que no es coincidencia. El 2011 me dejó miles de cosas buenas, malas y regulares; pero lo más importante es que me deja con muchas más ganas de saber que vendrá el próximo año.


Adiós 2011, me hiciste muy, muy, muy feliz.