Pues resulta que hoy por la tarde fui a comer con mi amiga Jimena, del lugar aquél en donde yo trabajaba y cuyo nombre no quiero acordarme (jajaja), y fue super padre porque nos pusimos muy al corriente en nuestras vidas y broncas existenciales, y pues también estuvimos chacoteando (termino para referirse al chisme sin pretensión) un buen ratote. Me hizo muy feliz ver a mi amiga otra vez, además de reencontrarme con Pollito... ya vendrá el día que vaya a comer con ella.
Por otro lado, pues la tarde fue casi magnífica, salvo que cuando decidí emprender el regreso a casa el cielo se puso nublado y como que quiso empezar a llover, y entonces ya no pude ir a tomar las fotos que quería (y necesitaba) de las bancas que hay sobre Reforma; total que decidí meterme al metro pues no fuera a ser que en una de esas y con la lluvia, el trolebús se parara, se tardara o simplemente ni se moviera. debo decir que el viaje en metro fue de lo más magnífico, porque a pesar de que iba atascado logré robarme un asiento, y sólo sufrí un poco a la hora de intentar salir... jejeje.
Total que después del viaje en metro tengo que tomar la combi o el micro pa llegar a mi morada (que ni es morada, más bien es color durazno... suponiendo que ese color existe), pues bien, me monté en el micro, pagué y todo, y cuando me iba a bajar... zaz! que medio me resbalo en las escaleras del micro, y no sé como no lo ví venir si las tontas escaleras eran de metal y estaban súper lisas, afortunadamente sólo fue un resbaloncito y alcancé a agarrarme, pero por un momento pensé que no había servido de nada haberle perdonado la vida a Abril, porque además parece que en el trayecto de la esquina hasta mi casa la lluvia decidió dejarse venir con más fuerza y, obviamente, quedé hecho una sopa... quién hubiera dicho que hoy sería un día de esos interesantes...
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